martes, 27 de octubre de 2009
Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.
Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:

Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

Primero una persona mira la condición de su pobre espíritu, y se da cuenta que comparado con la persona de Cristo, no es digna de acercarse a Dios, no queda más que llorar...
Es tanta la grandeza de Dios... ¿Cómo pudimos haberle rechazado? Estas personas al fin encontraron algo que ni siquiera sabían que estaban buscando... llenaron el vacío de su corazón!! Es cierto, bienaventurados los que lloran al entender que no hay que buscar más... están a punto de recibir la consolación de Dios!!!
Benditas son las lágrimas que limpian las ventanas del alma y del corazón, que dan un gozo angelical, esas lágrimas que nada tienen que ver con sentimientos vanos de culpa, sino con arrepentimiento sincero...
Entendamos... y derramemos nuestro corazón delante del Señor, recordando las lágrimas que brotaron de nuestro corazón el día que el nos encontró, y nos salvó!!!

Bienaventurados nosotros que un día entendimos eso, y decidimos pertenecerle a Él, y recibir su consuelo..


¡Bendiciones!

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2 guerreros dijeron.

  1. Mente abierta! Me encantó leerlo, es un gran consuelo el que ahora tenemos. Gracias. Ha sido de mucha bendición.

  2. Débora says:

    Mucha razon hermano, lloramos al darnos cuenta que estuvimos perdidos. y Dios, en su misericordia, nos rescató. Gracias hermano. Dios te bendiga